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La ilusión

  • Foto del escritor: Adriana Delgado Ruiz
    Adriana Delgado Ruiz
  • hace 2 días
  • 3 Min. de lectura

En México ya no tenemos política salarial: tenemos pirotecnia. Cada aumento al salario mínimo se vende como un acto heroico, una gesta casi mística, aunque todos sepamos que detrás del humo está la misma ecuación cruel: sube el salario por decreto, suben los precios por realidad y aun así el gobierno lo celebra como si hubiera derrotado a la inflación a chancla y voluntad. Pero la de noviembre se disparó a 3.80 por ciento anualizado, un repunte fuerte desde el 3.61% de la primera quincena con la electricidad y los alimentos quitando cada vez menos poder adquisitivo a los bolsillos

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Las micro, pequeñas y medianas empresas que sostienen el país son las que deberían recibir apoyos pero se les exprime hasta el último peso y reciben cada año el impacto de otro “aumento histórico” al salario mínimo que viene completamente desnudo: sin incentivos fiscales, sin programas de productividad, sin apoyo alguno. Solo la orden y la cuenta. Entre 2018 y 2026 el minisalario habrá aumentado una y media veces más que la inflación y ahora, para rematar, también buscan reducir la jornada semanal de 48 a 40 horas, como si las empresas fabricaran empleados en serie.


La informalidad, mientras tanto, crece más rápido que las promesas. Hoy, 33 millones de trabajadores están en la economía informal, sin prestaciones, ni seguridad social, ni nada del beneficio que tanto presume el gobierno. Son un millón 200 mil más que al inicio del año. ¿Y el empleo formal? Las cifras del sector salud llevan un récord máximo histórico de solo la mitad: 599 mil 389 plazas creadas en ese mismo periodo, para sumar 22 millones 837 mil 768.


Y la joya de la corona: pasamos de 8.5 millones de empleados que ganaban el salario mínimo hace siete años, a 24.4 millones actualmente. Un logro histórico si lo que se busca es empobrecer masivamente a la clase trabajadora por decreto.


Claro, con nóminas infladas y costos cada vez más altos, las empresas hacen lo lógico: se van justo a la informalidad. Entre 2018 y 2023, las que operan en esa precariedad del 62.6 al 64.3 por ciento y esa proporción ha seguido creciendo. Otras, automatizan y recortan costos. ¿El villano? Según el discurso oficial, cualquiera menos las políticas que provocaron el desastre. El robot, la computadora y la inteligencia artificial serán acusados de ser neoliberales.


La solución real está ahí, aburrida, sin glamour: productividad, capacitación, innovación y competitividad. Pero nada de eso sirve para dar titulares triunfalistas ni para cortar listones. Así que seguiremos igual: un país donde los salarios suben en el papel, la inflación sube en la vida real y el bienestar solo sube en los discursos.

Porque la magia funciona hasta que llega la cuenta. Y esa, inevitablemente, siempre la pagan el empresario y el trabajador.


MÁS LLAGAS

Resulta que sí podrás usar tu vapeador. Si portas uno, solo de uso personal, en tu equipaje para asistir al Mundial 2026 o tus vacaciones, las autoridades no van a decomisártelo ni a criminalizarte por ello. Lo que estará prohibido en la reforma a la Ley General de Salud, aclara la Cámara de Diputados, es la producción, fabricación, mezclado, acondicionamiento, envasado, transporte con fines de comercialización, almacenamiento, importación, exportación, comercio local, distribución, venta y suministro. Todo eso sí estará penado con multas y prisión.

POR ADRIANA DELGADO RUIZ

COLABORADOR

@AdriDelgadoRuiz

 
 
 

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