Bedolla
- Adriana Delgado Ruiz
- hace 3 días
- 2 Min. de lectura
La carrera política de Alfredo Ramírez Bedolla no se explica sin el blindaje de Andy López Beltrán, Mario Delgado y el viejo aparato lopezobradorista que lo ascendió desde un modesto cargo administrativo en el gobierno de la Ciudad de México hasta la silla más caliente del estado de Michoacán. El gobernador no llegó, lo llevaron.

Cuando la candidatura de Raúl Morón cayó, Ramírez Bedolla ocupó el espacio vacío como si hubiera sido previsto desde el principio. Así comenzó su narrativa favorita: la del ‘perseguido’ que termina ganando, misma que usa para justificar su ambición presidencial, aunque sus propios antecedentes cuentan una historia distinta.
Los nexos familiares del gobernador michoacano con la delincuencia organizada están bien documentados. Su primo, Adalberto Comparán Bedolla, y su tío, Adalberto Fructuoso Comparán Rodríguez, están presos en Estados Unidos por narcotráfico e identificados como operadores de la organización Cárteles Unidos. Comparán Rodríguez fue alcalde de Aguililla, de donde eran los activistas ambientales, Ricardo Arturo Lagunes y Antonio Díaz Valencia, desaparecidos luego de que ejecutivos de la siderúrgica Ternium los habían amenazado en una asamblea comunal.
El desgobierno es tal que el estado se desploma entre balas, muertos y territorios donde ya no gobierna la ley. La ejecución de empresarios importantes como Bernardo Bravo Manríquez y Alejandro Torres Mora, de activistas como Hipólito Mora y de siete alcaldes, entre ellos Carlos Manzo, son solo algunos de los muchos testimonios.
Tras el homicidio del alcalde de Uruapan, el presidente de Defensorxs A.C., Miguel Alfonso Meza, ha documentado con su equipo los diferentes tipos de extorsión que sufren los productores de limón y aguacate. Su exigencia es investigar judicialmente al gobernador por sus vínculos evidentes con el crimen organizado, lo que no es ruido político sino una seria alarma institucional.
Lanzado el Plan Michoacán, el secretario federal de Seguridad Pública, Omar García Harfuch, se hizo cargo del problema. Puso al frente de la secretaría estatal a José Antonio Cruz Medina, personaje de su confianza durante toda su carrera policial, y a Ramsés Adalid Vega Sayavedra como subdirector de Operación Policial, en sustitución de los bedollistas Juan Carlos Oseguera Cortés y José Ortega Silva. La pregunta obliga: además de ser destituidos, ¿serán investigados?
La furia ciudadana por el asesinato de Manzo fue respondida con golpes, gas y fuerza pública. Ramírez Bedolla justificó la represión con el argumento de “evitar una tragedia”, como si la tragedia no llevara años instalada en Michoacán bajo su gobierno.
Aun así, se vende como heredero legítimo del proyecto lopezobradorista. Entonces, la pregunta es única y contundente: ¿qué ocurre cuando el heredero trae consigo el incendio que debería apagar?
El desenlace parece estar comenzando a tomar forma. El ostracismo del gobernador michoacano también se hace evidente en el frente político. Raúl Morón ahora es senador por el estado y afirma con claridad que no tiene “ninguna relación” con Ramírez Bedolla. Su reunión del 25 de julio con la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, con quien reafirmó su afinidad política, es vista como un cambio de rumbo político para la entidad.
¿Cuánto más resistirán los michoacanos?
POR ADRIANA DELGADO RUIZ
COLABORADORA
@AdriDelgadoRuiz


















































Comentarios